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jueves, 14 de julio de 2016

Hoy, voy a vivir

Eran las 00.00 h de la noche y Lucía estaba enfrente del ordenador cotilleando las novedades de Facebook de sus amistades (así las denomina la red social). De fondo, sonaba esa serie de televisión española que un día decidió ver pero que nunca ha conseguido captar su atención. Igual que muchas cosas más en su vida.

Hoy ha sido un día más. Como los otros. Ha trabajado seis horas en ese infernal supermercado. Ha “cerrado caja” con la satisfacción de tener cada uno de los centavos. Y eso es todo. Su única satisfacción. Su único momento de adrenalina del día.

Son muchas las ocasiones en las que piensa en cambiar el rumbo de su vida.

Le gusta imaginar como un día “cerrará caja” en el trabajo sabiendo que es la última vez que lo hará. Le dirá a su encargado que lo deja, que ella no está hecha para eso, que ella está hecha para vivir. Saldrá de aquel lugar que nunca más será su destino sin medir los pasos. Sin un rumbo seguro. Ese día conducirá de camino a casa, pero tomará una ruta diferente. Allí descubrirá nuevos paisajes, olores y sensaciones. Se fijará en aquel restaurante con tanto encanto que tiene la orilla del mar a pocos pasos, y se imaginará cenando allí con velas o sin ellas, pero sabe que no será sola. Ese mismo día, volverá a casa con mucha hambre. Con mucha hambre de comerse el mundo. Cenará junto a sus padres y su hermano pequeño y les informará de su nueva decisión. A partir de hoy, voy a vivir.

Al día siguiente madrugará e iniciará la búsqueda de su futuro. Hará eso que siempre ha querido hacer pero que nunca se ha visto capaz. Estudiará. Primero se sacará el Bachillerato y luego estudiará una carrera. Sí, va a ser veterinaria y ella sabe que lo conseguirá. Conocerá a cientos de personas. Muchos se convertirán en amigos, otros simplemente en conocidos. Bailará hasta el amanecer. Perderá la noción de las horas. Las noches se convertirán en día en solo un parpadeo.

Intentará aprovechar todas las oportunidades que la vida ponga enfrente de ella. Cumplirá su sueño de viajar a un lugar totalmente desconocido para descubrir cosas nuevas día a día. Vivirá durante un tiempo fuera de casa, fuera de su entorno. Aprenderá a valerse por si misma. Limpiará su propia casa, cocinará su propia cena. Llevará los vaqueros y las camisetas sin planchar, como a ella le gusta. Y las Converse sucias, que así son como se llevan.

Conocerá otras culturas. Tendrá amigos de todo el mundo. Descubrirá que las fronteras culturales no existen y que las personas más dispares son a la vez las más parecidas. Hablará otro idioma que no es el suyo. A veces sin saber qué dice, otras haciendo ver que no lo sabe.

Cometerá errores, grandes muy grandes, pero que le harán crecer como persona. Comprobará que los golpes más fuertes y perecederos son los más productivos para el futuro porque son los que definen a la persona.

Conocerá a ese chico. Se enamorará perdidamente y luego llorará por la ruptura. Se dará cuenta de que nada es permanente y de que hay vida después del primer amor. Gozará del placer de sentirse independiente. Aprovechará su soltería. Se sentirá libre. Más libre que nunca. Cuando menos se lo espere, justo en el momento en el que su vida esté más estable, aparecerá él. Entonces se enamorará, pero de verdad. Como en las películas. Comprobará qué se siente al estar enamorada. La pasión, la adrenalina, la rutina, la vida en pareja. La felicidad en pareja.

Será entonces cuando volverá a su casa para presentar a sus madres y a su hermano pequeño, que ya no será tan pequeño,  a su futuro marido. Se casarán en siete meses, justo después de que ella consiga su título de veterinaria. Descubrirá el placer de trabajar de lo que ama. Se despertará por las mañanas con entusiasmo. Mirará a su marido mientras duerme en la cama, desayunará y se irá a trabajar durante todo el día. Pero no le importará. Eso es la felicidad. Amará el placer de tener lo que uno desea. Será en ese momento cuando su marido y ella decidirán tener un bebé para hacerle partícipe de lo maravilloso que es el mundo. Pasará noches en vela sin saber qué es lo que pasa a su bebé. Sufrirá al verle llorar y disfrutará viendo cada una de sus sonrisas. Iniciará todos los días ansiosa por saber qué es lo que su bebé le enseñará de nuevo hoy. Su primera carcajada, su primera palabra, sus primeros pasos. Le verá crecer sin poder hacer nada para pararlo.

Un día caminando por su barrio junto al carro, pasará por  el supermercado. Mirará desde fuera, con disimulo y comprobará que todo sigue igual. Como si el mundo se hubiera parado allí, en su barrio, mientras ella viajaba a una velocidad orbital. Comprenderá que ella es la única capaz de acelerar y parar el mundo. Su mundo.

Abrirá los ojos y terminará su sueño. Cerrará la sesión de Facebook, apagará la televisión y se irá a la cama. Se ha hecho tarde y mañana tiene que abrir el supermercado a las siete y media de la mañana.

Y lo de empezar a vivir, ya lo dejará para otro día.



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